May 14, 2011

Homo sapiens, sabio realmente?


Después de varios centenares de años (12.000 años), en donde nuestra especie es el único exponente del género Homo en el planeta tierra; tal vez por ser responsables de la extinción de sus primos (Homo floresiensis); nos hemos convertido en una especie bastante exitosa. Esto nos ha llevado a conquistar diferentes ambientes a lo ancho y largo del globo, colonizando desde los desiertos cálidos en la región tropical hasta los desiertos gélidos en las zonas boreales del planeta. Con el florecimiento de religiones, filosofías y formas de vida, nuestra especie se ha tornado en el administrador, dueño y usufructuario de las otras especies existentes a las cuales terminamos llamando recursos naturales.
Con el paso del tiempo y nuestro importante éxito reproductivo hemos impactado nuestro rol dentro del balance natural de las especies.No digo que las especies no se extingan naturalmente, pero nuestro éxito evolutivo nos ha llevado a necesitar consumir más energía de la que en condiciones naturales nuestra especie hubiese necesitado. Cuando comparamos nuestro impacto actual con el de los primeros asentamientos humanos en el planeta, vemos como el problema es simplemente de escala. Nuestros indígenas en condiciones naturales y viviendo netamente de lo que el bosque provee y la naturaleza regula no tenían tasas de crecimiento poblacional tan grande que afectará su rededor. Ahora, después de varios avances tecnológicos, especialmente en el área de la medicina, prácticamente la naturaleza ya no controla el crecimiento de nuestras poblaciones en el tiempo.
La vida moderna en las ciudades como Bogotá, ha llevado a que irracionalmente nos extendamos en el área para poder construir viviendas para tantos seres humanos. Sin tener en cuenta que nuestro impacto afecta directamente miles de especies y por ende en el balance natural de los ecosistemas. Los humedales circundantes de la ciudad de Bogotá; “de las cincuenta mil hectáreas que cubrían los humedales en la sabana hasta 1940, hoy solo quedan, aproximadamente, mil quinientas” (Moreno et al 2001); son un ecosistema fuertemente presionado por el hombre para convertirlos en terrenos para diferente usos agrícolas o urbanísticos entre otros, sin importar el impacto y el desplazamiento de las especies a relictos cada vez mas pequeños.

Hemos sido poco responsables de nuestra sapiencia de la causa-efecto de nuestros propios actos. Las, que en mi concepto mal llamadas, aves visitantes, que son especies que migran a sus lugares de reproducción pero regresan a ocupar espacios en nuestra ciudad, por lo que están ausentes hasta 6 meses pero la otra mitad del año o más las tenemos entre nosotros, se han visto muy afectadas debido a la pérdida de estos ecosistemas. Estas especies de aves están bajo gran presión, cada vez que regresan de sus migraciones se encuentran que un árbol menos, una charca menos en sus lugares habituales les está llevando a tener una mayor competencia por recursos y por espacio. Esto es una cadena de interminables cambios a los que cada especie se debe adaptar o desaparecer.

Preocupantemente, estas especies presentan rangos restringidos de distribución, a diferencia de nosotros que con la ayuda de la tecnología, podemos calentar nuestras casas o enfriarlas de acuerdo a nuestra necesidad; y también podemos ir a un centro de acopio de alimentos en donde podemos adquirir los recursos que necesitamos para subsistir. En el caso de las aves migratorias acuáticas, el único hogar que han conocido por cientos de años eran los humedales de la sabana y ahora son desplazadas y víctimas de la violencia humana que brutalmente ha destruido esas áreas.
En vez de pensar en un crecimiento densificado en las grandes ciudades, nos ha sido más fácil hacerlo extensivamente, errores ya vistos en otras latitudes y que aún nosotros estamos a tiempo de recapacitar.

Después de haber trabajado con especies de aves migratorias por casi 10 años, he experimentado la disminución en el número de los individuos en este corto tiempo, estoy seguro que en Colombia tenemos muchos expertos que han trabajado por un mayor tiempo de sus vidas y les son más evidentes estos sucesos ocasionados por una sola especie que se vanagloria de ser inteligente. Siempre me pregunto si todos sabemos lo que es bueno y es malo, si realmente tenemos claro qué es la vida, no solo la nuestra sino la de nuestros vecinos. Realmente administramos algo? Tenemos la facultad de administrar lo que no es nuestro? Son nuestras las especies? No es una nueva esclavitud esta forma de actuar?
Aún no he conocido a la primera persona que no se emocione al ver un venado en lugares como Chingaza, un flamingo en la guajira, o una polla azul en un humedal de Bogotá. Creo en que el Homo sapiens puede llegar a encontrar una manera más equitativa de compartir el espacio con las otras especies y hacer un uso menos agresivo de las mismas para nuestra propia subsistencia.
Juan Pablo Assmus
Biólogo y Fotógrafo
www.juanpabloassmus.com
www.xqualo.com

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